Los nuncamases como bandera
"Reflujo", la nueva novela de Ernesto Espeche, propone una distopía no distante de nuestra realidad actual.
Cualquier persona que tenga un mínimo de sensibilidad social, cualquiera que sienta la necesidad de no olvidar el pasado, de reivindicar la memoria, cualquiera que se piense como parte de una comunidad y no como un ser individual que debe salvarse solo, cualquiera de ellas puede sentir que vivimos en una distopía. Y Ernesto Espeche, a quien, sin dudas, podemos incluir en los tres grupos antes mencionados, llevó esa sensación al formato de novela en su nuevo libro, "Reflujo" (Paradiso Ediciones).
Por Alejandro Frias
Con una trama que se construye desde tres puntos de vista, "Reflujo" cuenta los sucesos de un día en el que un hijo de detenidos desaparecidos secuestra a un antiguo elemento de la dictadura, devenido en funcionario del actual gobierno (al que no escatima en llamar "régimen"), y lo mantiene maniatado y luego amordazado en su departamento.
Muy significativamente, para reducir a este siniestro personaje, el joven le da un golpe con el fémur de su padre, un de los pocos huesos recuperados en una fosa común en Tucumán y a través de los cuales pudieron identificarlo y restituirlo a su único familiar.
Este hecho desencadena este "Tríptico", tal como lo anuncia el subtítulo de la novela, en el que primero veremos al joven secuestrador luchando contra sí mismo, contra sus patologías y contra sus fantasmas y su historia, mientras mantiene en cautiverio a Andrés Altamira, miembro actual del gobierno, un personaje que ganó popularidad, como muchos de los que vemos actualmente, insultando en televisión y en las redes sociales.
Reflujo, una novela irritante sobre la memoria; pero también sobre el desquicio, el trauma, los límites humanos y, todo lo anterior, con el tono de una intriga política urgente.
En la segunda parte de este tríptico, Espeche nos introduce en los debates de cuatro antiguos amigos, entre los que hay exdetenidos, exiliados, un periodista, todos militantes, que planean la forma de rescatar al joven, mientras que en la tercera seguimos la investigación que un periodista hace en torno al caso.
Todas estas acciones se desarrollan en un escenario que nos es propio, la Argentina actual, pero con una historia reciente con algunos giros que convierten ese escenario en una distopía, con un régimen capaz de meterse en la vida privada de las personas para ejercer presión, con el reflote de nostálgicos de la dictadura y, especialmente, con un reflujo de las ideas y las acciones represivas de una extrema derecha que viola cualquier derecho, en definitiva, la novela nos lleva al reflujo de la Historia en un presente en el que, como asegura uno de los personajes, se impuso "una desquiciante finitud de los nuncamases".
El presente ante lo que muchas personas sienten como una derrota, un pasado que regresa de la peor manera, un futuro incierto, huidas que no parecen servir para un próximo retorno vencedor, una sociedad alelada por los gritos y la violencia y un periodismo cercenado en sus voces y en su profesionalismo son algunos de los elementos que conforman este mundo apenas distópico que construye Espeche, quien también juega hasta con el epígrafe y el prólogo que encabezan el libro.
Pero, más allá de esa trama con un trasfondo de violencia institucional, la novela propone una muy interesante estructura, ya que este tríptico está conformado no sólo por los tres puntos de vista en cuanto a los protagonistas, sino también, y esto potencia aún más la contundencia de la novela, los tres puntos desde los cuales el narrador se para para construir la historia. En segunda persona el primer capítulo, en tercera el segundo y en primera el último, conforman una estructura que hace que quien la lea modifique su punto de observación, dándole al relato mucha agilidad.
A partir de este recurso, Espeche logra que nos involucremos de tres maneras distintas en el desarrollo de los hechos.
Con "Reflujo", Ernesto Espeche nos pone ante la necesidad de reivindicar la memoria y ante la certeza de que los nuncamases no pueden dejar de blandirse como bandera.